martes, 17 de febrero de 2009

La herencia perdida VI

Bueno, ya se acabo el "cachondeo" y sigo a lo mio.

Día 5

Grimor se despertó con la cara dolorida así como con un buen puñado de moratones por todo el cuerpo, tenía los nudillos hechos polvo, lo cual tomó como señal de que ganó la pelea… eso sí, no estaba en una cama conocida, se irguió y notó un duro mazazo por parte de la resaca seguido de un fuerte golpe contra el techo de lo que parecía ser una buhardilla. Con unas enormísimas náuseas, mareo y demás dolores se tambaleó por el pasillo de la casa, bajó las escaleras casi de milagro y tras salir del pasillo, vio lo que recordaba como la taberna. Con cara de dolor se acercó a la tabernera.
-Ezto… ¿qué pazó ayer?
-Pues que tras derrotar a media ciudad bebiendo y hacerme ganar una buena cantidad de oro, saliste para volver al poco de rescatar a un par de jovencitas de una panda de asaltadores. Ellas te traían como mejor podían, aun así estabas de pie. Así que tras refrescarte un poco y limpiar tus heridas te pusimos en un cuarto que estaba libre. Bueno, las jóvenes me pidieron que te dijera sus direcciones para que las visitases, y así demostrarte su agradecimiento. Así que eres un héroe.
-Lo zeré, pero la rezaca me matará.- dijo esbozando una tenue sonrisa. Tras esto, apuntó la dirección, salió a la calle donde le esperaba una molestísima luz del medio día y finalmente se arrastró hasta la casa de su amigo el elfo. El cual tardó en parar de reírse cuando le contó lo sucedido la noche anterior, así que en esta ocasión aceptó la cura de su amigo. No tardó en sentirse como nuevo, tras lo cual se aseó y arregló un poco. Su intuición le dictaban que no fuese desarmado, pero no era nada peligroso… aunque si abrillantaba su armadura realzaría su apariencia heroica… así que decidió reflexionar el tema mientras hacía recobrar su brillo azulado a su armadura. Era una armadura de mithril, dividida en piezas que le permitía una gran movilidad, así como lucir su enorme musculatura. Cogió un puñado de plata que tenía guardado, se colgó su amuleto e hizo relucir su gran hacha. Ahora estaba listo, tenía las pintas de muchos paladines. Y si ellos acababan rodeados de mujeres, auque debieran renunciar a ellas por temas de fidelidad, él no tenía a quien ser fiel… y contaba con disfrutar de los encantos de sus rescatadas. Así que se marchó sonriente a la dirección indicada.

Recorrió las calles las calles alegremente, mientras deslumbraba con su presencia a los transeúntes que en otra hora lo miraron con desaprobación, ahora era alguien interesante, un caballero de brillante armadura. Podía caminar con la arrogancia de los ricos y ser mirado como alguien de bien, de hecho, era lo que estaba haciendo. Se sentía realmente importante. Dobló la última esquina y llamó a la puerta de la casa.

Una mujercilla le abrió, y al verlo se le iluminó la cara.
-¡OH! Sí has venido, pesamos que no te dirían nada en la taberna. Pasa, pasa.
Grimor se adentró en la casa y bajó las escaleras la segunda mujer. Eran dos hermanas, bastante poco agraciadas que se deshicieron en halagos y amabilidades. Cuando Grimor dijo no acordarse de nada, las mujeres se apenaron. Pero no tardaron en contarle lo valiente y fuerte que había sido con su comportamiento, que eran cuatro armados con porras y que él los despachó de un par de golpes, aunque ellos se le habían echado encima dándole una buena dosis de golpes. Pero a cada uno de sus puñetazos un villano volaba acompañado de un sonido a roto. Grimor se dejó adular y aceptó la comida del mediodía como agradecimiento, dejó que la sobremesa se alargara hasta bien entrada la tarde y se despidió cuando las mujeres pasaron al ataque con unas ansias por devorarlo.


Asqueado por no haber podido triunfar, y algo frustrado por que su plan no funcionara se encaminó a la taberna. Sabía de sobra que si tenía una pelea, esta vez habría muertos, pero bueno, eso no le preocupaba. Al menos así no sería tan heroico… por no decir que su intuición le había fallado. Tras esto, comenzó a llover con gran generosidad, cosa que hizo que se le quitaran las ganas de ir a la taberna. Así que se arrastró hasta la casa que estaba usando de residencia, para calentarse en la chimenea… que, ¿cómo no?, estaba apagada.

Finalmente se despojó de su armadura que había perdido la cera que había puesto para hacerla brillar, la secó y dejó todo en la habitación para invitados. Su amigo estaba inmerso en una serie de rituales, buscó a los otros dos que se suponían sus compañeros, para no encontrarlos. Harto de no tener a nadie con el que hablar salió por la puerta con un buen puñado de plata, con la intención de no volver hasta haber bebido para olvidar ese día.

Fue a la taberna de la noche anterior, en cuanto cruzó el umbral de la puerta, el tabernero le hizo gestos para que se aproximara mientras le servía una cerveza.
-Ten, invita la casa. Con la noche de ayer, he podido reparar el techo de mi casa.
-En zerio, vaya, no zabía que bebía tanto.
-Más bien conseguiste que la gente bebiera tanto. Entre tu amiga, que puso una buena ración de música, y tú la fiesta duró mucho más de lo previsto.
-Me alegro de haberte ayudado.
-¿Qué tal con las hermanas?
-Puez fui allí, laz vi, me azuzté, fui condezcendiente con ellaz y cuando quizieron algo que no lez iba a dar, me fui educadamente.
El hombre se echó a reír y siguió así mientras atendía a un par de clientes.
-Ayer, incluso tan borracho como ibas, te diste cuenta de la realidad. Pero supongo que tu mente lo habrá olvidado.
-Zí, lo zuponez bien.- dijo antes de dar un largo trago a su cerveza. El tabernero siguió sirviendo a los clientes que entraban a cenar.
-Hoy vienes pronto. La cosa no se pondrá interesante hasta dentro de unas horas, ¿quieres que te ponga algo de comer? Mi mujer está preparando una de sus recetas. Te aseguro que no te arrepentirás.
-Ezo zuena a lo mejor del día.- afirmó mientras ponía un par de piezas de plata en la mano del tabernero.- ¿Azí eztá bien?
-Sí, así será suficiente. Lo que sobra ¿me lo tomo de propina?
Grimor movió la mano haciendo un gesto que denotaba un sí, mientras acababa su cerveza con el segundo trago.

Al poco ante él se puso un plato enorme lleno de verduras, carne y patatas. Olía realmente bien y sabía mejor. Sin duda, lo mejor que le deparó el día. Cuando hubo terminado de comer la expresión de su rostro era muchísimo más alegre. Su visión de la noche cambió cuando los que sólo iban a cenar se fueron y el ambiente se fue caldeando y animando cuando la gente empezó a canturrear y bailar en torno a la chimenea del centro de la estancia. Grimor se unió a la fiesta y entabló una serie de conversaciones con la gente a medida que pasaba la noche, más cerveza había bebido y por lo tanto más borracho iba. Así siguió hasta perder otra vez la memoria. Salvo por un par de retazos, de cuando comenzó a hablar con una mujer. Aun así, poco más recuerda.


I see U in Battle

1 comentario:

  1. Saludoss , ya me hize seguidor de tu blogs , oye me gustaría saber tu correo por favor , cuídate .

    ResponderEliminar