lunes, 19 de octubre de 2009

La luna y la daga. I

El Rechazo

El pueblo Eldar siempre tubo por mayor defecto la arrogancia. Esto les costo su domino de las estrellas, sus dioses y su exilio a los mundos astronave. También son un pueblo estoico y valiente, cuando todo estaba perdido consiguieron prevalecer y ahora se enfrentan a un terrible enemigo ademas de los ya anteriores a su caída. Pero ahora con el tiempo de la humanidad en declive toda la galaxia arde en las llamas de la guerra, los humanos presa de el ferro control de los siervos del emperador lucha en cientos de frentes guiados por una fanática inquisición negándose a escuchar a cualquier otra raza de la galaxia. Por eso mismo los orgullosos Eldar que ven con ojos tristes como esta raza conduce hacia la destrucción total la galaxia. Por eso los tildan de mon-keigh una ancestral raza que asolo la galaxia y los Eldar tuvieron que combatir hasta su exterminio.

Ahora los mon-keigh ocupaban, expoliaban y destruían uno de los planetas que Eldar habían tejido hacia eones, estos mundos vírgenes fueron modificados para albergar las vida por los antepasados Eldar antes de su caída. Ahora olvidados en las profundidades de la galaxia a veces son tomado por otras razas invasoras. Dado que estos son los últimos planetas del antiguo reino Eldar estas intromisiones son severamente castigadas. En una de estas guerras era en la que estaba envuelta el mundo astronave de Biel-tan, era la hora del golpe final. No podían fallar, debía ser ejemplar y desolador, solo los muertos y las ruinas contarían la historia de los intrusos a su emperador.

El Concilio de Brujos se hallaba reunido en torno al vidente Biel-Eltnail Net´la. La situación era complicada y la inminente batalla necesitaría del mayor poder que podía ofrecer el mundo astronave de Biel-tan, tendrían despertar al avatar, los restos del antiguo dios de la guerra Eldar podía volver a caminar sobre los mundos durante breves periodos de tiempo, pero en esos momentos nada podía interponerse en su poderosa voluntad, su mera presencia volvía a los ya valientes guerreros de la senda en impasibles espíritus de la destrucción. Ahora debatían quien sería el Joven Rey, que es un valeroso guerrero que se sacrifica para dar su fuerza vital y así animar al poderoso avatar..

Tras largas deliberaciones la plenitud del consejo había aceptado tal sacrificio pero dada la falta de tiempo no se había buscado un voluntario y encontrá de la tradición el consejo decidía quien recibiría el, ahora dudoso, honor.

Entre los brujos y videntes de menor rango que formaban el concilio se hallaba Biel-Druonn Ceb´la, como psíquico apenas destacaba para el rango que poseía, pero poseía un ingenio y astucia sin igual cuando se trataba de discernir sentimientos e intenciones. Lo cual lo convertía en un magnifico detective. Las premoniciones eran complicadas de entender a la perfección y no siempre eran precisas en todos sus términos, así que estas habilidades le servían para de un modo más común adelantarse a las acciones de los demás. Generalmente la gente con estas dotes recorría otras sendas, pero Druonn siempre ansió la posición política de la que gozaban los videntes, aun que no la había alcanzado por su falta de potencial psíquico, su voz como brujo era respetada. Aun así no dejaba escapar las oportunidades de crecer, Druonn conocía la relación de Nathei, hija del bien posicionado Eltnail, con el guerrero Altheniar, también sabía que no la aprobaba y que brindarle la oportunidad de eliminarlo de la ecuación sin ser el quien lo propusiera lo encandilaría.

Eltnail dado que poseía la ultima palabra sobre las decisiones del consejo, este poder le era dado porque sus premoniciones y adivinanzas debían estar siempre por delante de las del consejo, este solo servia como una segunda opinión sobre estas. En la practica las decisiones solían negociarse hasta que la mayoría del consejo estuviese de acuerdo. Pero en esa ocasión Eltnail llevaba rechazando todas las propuestas, no parecía ser capaz de condenar a nadie a esa pena. Druonn dejó que la situación se tensase hasta agotar la paciencia del los presentes. Y finalmente se pronunció para salvar la situación, librar al padre del molesto amante de su hija y ganarse el favor del vidente.

- Vidente Eltnail, a lo largo de esta, ya larga, sesión de deliberaciones hemos visto muchos nombres, todos de valientes guerreros que aceptarían gustosos. Pero los ha rechazando por motivos que escapan a nuestra mente. Nadie mejor que usted para conocer esos entresijos de los hilos del tiempo. Yo aun no me he pronunciado, como es evidente e reflexionado mucho sobre lo que voy a decir y he concluido que el más adecuado sería Altheniar. -Hizo leve pausa para que todos asumiesen lo que había dicho, miró rápidamente a sus oyentes y prosiguió. -Ese joven tiene demasiada rabia interior, prueba de ello es que la primera senda que a tomado al llegar a la madurez es la senda del Escorpión Asesino, con especial soltura con la espada.- Hizo otra pausa -Combate más aya de lo que los rituales pueden proteger el alma del Eldar frente a la del guerrero. Por eso no sería bueno que medrase más o iniciase otra. Es vulnerable al caos, no debemos facilitarle a un guerrero tan hábil, ya que antes o después este sucumbirá. Pero si le permitimos morir con gloria su alma inmortal podrá descansar junto a su bien amado Khaine
- Sólo es un muchacho con ardor guerrero.- Protestó la joven aprendiz Nathei.
- Y vuestro amante, ¿o acaso creéis que el consejo no lo sabe? ¡Por el amor de Asuryan, lleva tatuados los versos de venganza de Khaine! Está condenado a traspasar el límite, no hacen falta predicciones poderosas para verlo.. Ésta es la forma de que al menos muera con honores. -Replico Druonn
- Está bien, así será. -Interrumpió Eltnail a la vez que se ponía de pie- Y tú, Nathei, no debes dejarte influenciar por tus sentimientos. -Dijo en tono conciliador.
- Pero, padre... -Una lagrima recorrió la mejilla de la joven.
- Ahora no soy tu padre, soy el vidente que vela por este mundo astronave. Sabes que debes aprender a diferenciarlo. El no hacerlo te vuelve débil. Y lo peor para nuestro pueblo, haces que yo me debilite y descentre. -El vidente retomó la compostura y se dirigió a la sala. -La decisión esta tomada. Que todo se realice según las tradiciones, no es necesario que nadie más sepa los pormenores de las acciones del consejo. Ahora poneos en marcha, hay mucho por hacer.

Los brujos y videntes se levantaron para salir en silencio, en cuanto el ultimo cruzó la puerta el murmullo de los disentían de la decisión se perdió por los pasillos. La sala quedo en silencio y padre e hija se miraron unos instantes. Entonces Nathei rompió a llorar un mar de lágrimas. Eltnail se acercó a su hija y la arropó con su brazo.

-¿Por qué tanto llanto? Mi hija, mi bien. ¿Acaso no comprendes que es la mejor de las muertes? No tendrá que yacer para la eternidad en una joya.

Enjugándose las lágrimas con las mangas de la túnica la muchacha miró a su padre.

-Eso que dices es mentira, no lo has dudado ni un instante, ya habías decidido mucho antes comenzar...
-¡Hija!, ¿acaso osas sugerir que antepuse mis intereses a los de Biel-tan? -Se levantó indignado -Me ofende de sobremanera.

Nathei se levantó y salió corriendo, cuando llegó a la altura de la puerta se giró y gritó desesperada:

-¡Pues vas a matar al padre de mi hijo!

Luego siguió corriendo para no volver a verlo. Eltnail tomó un asiento y allí permaneció sentado, como si de una estatua se tratase. Para los Eldar una de las mayores bendiciones es la llegada de un nuevo miembro a la familia. Ahora, el lo había privado de padre y ademas alejado a su hija, el ultimo rastro de su linea de sangre. Su madre murió hacía años dejándolos solos. Eltnail enterró su rostro entre sus manos y lloró desconsolado.

El brujo Biel-Yelk Lium era un hombre mayor, bajo incluso para su raza, y su pelo se había vuelto gris con el paso de los años, pero en su piel apenas aparecían algunas arrugas como marcas de expresión, sus ojos grisáceos brillaban con inteligencia. Bestia una intrincada armadura rúnica, de colores blancos, verdes y con algunos dorados. Varias gemas la adornaban y más de un centenar de runas la grababan. Caminaba entre el guardián de almas Biel-Ciet Al´ric y el exarca de los Escorpiones Asesinos Biel-Zennian Beild. Yelk. El primero era un varón de pómulos anchos y mirada nerviosa, juegueteaba con las mangas de su túnica mientras avanzaba un paso por detrás de los otros dos, era fácil deducir que no estaba cómodo con la situación, el segundo se erguía regio en su impresionante armadura, esta lucía impecable demostrando el buen hacer del Cantor del Hueso Espectral que había detrás de esta obra, descansaba una mano sobre el pomo de su espada mientras que con la otra gesticulaba, ni estos gestos ni su voz hacían notar su preocupación, pero la insistencia de sus palabras en que ese no era el proceder delataban sus intenciones. La comitiva se había formado con cuidado, un brujo temeroso del consejo y con la mente cansada como para tener perspectiva propia, un guardián de almas introvertido e inexperto en sus funciones y un rango superior de la senda que no conocía en persona al guerrero. Aun así ninguno se mostraba cómodo con las prisas y las irregularidades de sus ordenes.

La comitiva camino por los pasillos de los bloques de viviendas hasta la puerta de Biel-Altheniar y llamaron, este les abrió la puerta con cara sorprendida. Antes de que pudiera mediar palabra Biel-Yelk comenzó a hablar.

-¿Vos sois el valeroso Biel-Altheniar Fuinar. Guerrero de la senda del escorpión asesino?
-Si, así es, noble Brujo.
-Me enorgullece tu valor y determinación al tomar tan honrosa determinación. -Dijo en tal tono que más buscaba que lo escuchasen los transeúntes que el hombre con el que conversaba.
-No se de que habláis, pero creo que sera mejor tratar el tema en privado. -Repuso Biel-Altheniar mientras permitía se echaba a un lado invitando a entrar con un gesto de la mano.
-Si, supongo que deseareis cambiaros en privado.

Cuando entro el ultimo de la comitiva la puerta se cerro y el brujo tornó a una expresión más seria.

-Has sido nombrado Joven Rey. Así que vístete con las galas. -Biel-Ciet le tendió una delicada túnica de color blanco, con unas hiedras verdes a modo decorativo.
-¿Nombrado? ¿Desde cuando se nombra o concede tal honor?
-Nuevos tiempos joven guerrero, debemos adaptarnos a la guerra. Ella no cambiara por nosotros.
-¿Adaptarnos? He vuelto del frente hace solo unas horas, me mantuve informado. La presencia del Avatar no es necesaria. -Mientras hablaba busco la mirada del Exarca. -Vos debéis saberlo de primera mano. Alguien debió cometer un error, sabio Brujo.
-No, joven, las tornas han cambiado.
-La escoria de los mon-keigh a puesto en marcha una de las estruendosas maquinas de guerra. Un Baneblade, como sabrás se trata de un carro de combate super pesado. -Intervino Biel-Zennian.
-¿Desde cuando esas arcaicas maquinas son un problema para los cañones D o los Dragones Llameantes? -Replico Biel-Altheniar con congoja en la voz
-Costaría muchas vidas Eldar detener esa maquina, pero con tu sacrificio esto cambiaría, no solo las salvarías. Si no que con la mera presencia de Khaine abandonaran ese monstruo mecánico, dejándolo a nuestra merced no solo recuperaríamos nuestro planeta, si no que el imperio sufriría un duro revés y en un futuro esa maquina no podrá herir a más hermanos Eldar...
-Si nuestro dios nos perdona la falta de pulcritud en los ritos... si se salvan todas esas vidas... -Dijo mientras bajaba la mirada Biel-Altheniar.
-Solo una cosa más Joven Rey -Se apresuro a decir Biel-Ciet- debes dejar tus armas aquí.

Biel-Altheniar se limito a asentir con la cabeza

Tomo las galas ceremoniales y caminó con pesar a su cuarto. Allí se mudo y escribió entre lagrimas una carta de despedida para su amada. En ella le pedía que guardase su espada y la entregase a su hijo. La envolvió en una tela de seda y junto a la carta se la dio al Guardián de Almas sin mediar palabra.

La comitiva avanzo en silencio hasta las puertas de la cámara donde descansaba el Avatar de Khaine, allí el vidente Biel-Eltnail y su corte de Brujos comenzaron una breve oración al dios dela mano ensangrentada, mientras el Joven Rey recorría con la cabeza bien alta los últimos metros que lo separaban de su destino.

Entró en la cámara y tras él se cerraron las puertas. Hacía un calor asfixiante. Caminó con paso firme por una estrecha pasarela. Bajo ella un lago de metal fundido, enfrente el trono desde el que el avatar lo miraba inquisitivamente, era una mirada vaciá de todo sentimiento, se clavaba en el y junto con los gases, el incesante calor le hacían perder la consciencia, veía borroso y la barrera entre realidad y sueño se desdibujaba. Perdió el contacto con el suelo, a su alrededor solo veía el profundo espacio, cada paso era como caminar dentro del agua, pero su determinación no le falló y alcanzó el pie del trono que flotaba en medio de la nada.

Avanzó hasta el coloso e hincó una rodilla en el suelo inexistente, ofreciendo su arma ritual, mirando al suelo y apretó los dientes a la espera de un terrible dolor. El calor evitó que una lágrima mojase su rostro. El dios se levanto de su trono y camino alrededor del guerrero, parecía encogerse hasta alcanzar una altura similar a la del Eldar.

-Levanta, Altheniar, y muéstrame esos tatuajes que te condenan a esta muerte. - Sorprendido, el Eldar mostró su pecho. - Oh, ¿cómo la mejor de mis poesías puede ser tan letal como mi espada?- La voz del dios resonó jocosa y llena de un poder sin límites, sus ojos brillaban como ascuas en la noche.

Acercó su mano ensangrentada al pecho del Eldar y grabó con sangre runas de odio en su pecho. Un dolor indescriptible lo obligó a curvar la espalda. Como una res marcada con el duro hierro, se desplomó dolorido. Khaine volvió a crecer y ahora brillaba como un centenar de soles, son un fuego frió que en una llamarada lamió la sangre de las runas y las convirtió en tatuajes. Tras esto se sentó.

- Podría tomar tu alma y caminar a la batalla, pero tengo algo más grande para ti. Ve, vive, y dile a esos cobardes del Consejo que hoy sólo podrán valerse de lo que les instruí. Te culparán de ello, pero no seré yo quien trunque tu futuro porque alguien te envidie.
- Como ordenéis, mi señor, eso haré. -Dijo con un terrible esfuerzo de voluntad.
- Bien hijo mio, bien. Se que lo que te espera sera duro y largo. -La voz de su dios era reconfortante- Pero quiero que sepas que tu hijo crecerá sano y orgulloso de su padre.
- Gracias mi señor, me dais fuerza para cualquiera que sea mi destino.
- Espero que así sea... espero que así sea... la voz de su señor se desvaneció al igual que su consciencia.

Cuando se recupero se encontraba tendido sobre la fría nieve, aturdido se levantó. Le dolía la cabeza, el pecho le ardía y tenia las articulaciones entumecidas. Se llevó la mano al pecho y fue entonces cuando se percato de que tenia puesta una armadura.

Todavía conmocionado observó a su alrededor, había un rifle de precisión, una pistola shuriken y una capa de camaleonina. Lo habían abandonado, con el equipo de un vagabundo, sin siquiera poder decir adiós a su amada, o sus armas. Como si de escoria se tratase, solo en un planeta helado y con el equipo de los que no quieren vivir con su raza. Lo habían convertido en un desarraigado, un paria... un desterrado. Contuvo la ira y recordó las ultimas palabras de su señor Khaine. El también deseo que así fuese.


Bueno, tenéis por ahí la versión vieja si queréis comparar los cambios. Creo que me a quedado mucho mejor, pero casi mejor comentáis y me dais vuestra opinión.

See U in Battle.

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