lunes, 26 de enero de 2015

El motín en la fortaleza Azlan

Informe de operación

            Yo, lady Erika de Azlan, doy fe de que lo aquí contado es cierto, por tanto ha de ser documentado y archivado para que no se pierda en las arenas del tiempo, como ordena nuestra Señora del Rubí.

El motín en la fortaleza Azlan

            Tras un duro asedio en el que se vertieron ríos de sangre tanto de los aguerridos enorianos como de las pérfidas aberraciones mitad dragón, mitad humano, los muros de la fortaleza Azlan acabaron por ceder como lo hace una presa desbordada. Lo siguiente fue casi una década de calabozos, trabajos forzados, palizas y zulos carentes de luz.

            Durante esos crueles años un dragón rojo llamado Golgathar se autoproclamó señor de la fortaleza y su mayor recompensa consistía en devorar a uno de los que allí estábamos en presencia del resto —lo que,según él, era un gran honor—. A las mujeres les esperaba algo más atroz si cabe; empleando rituales mágicos Golgathar trató de fecundarlas para que diesen a luz a nuevas aberraciones, que se cobraban la vida de la madre al nacer.

            Por fortuna la Diosa Bruja velaba por mí —solo otra mujer podría comprender la totalidad de lo que se siente en semejante tesitura— y previno que ese fuese mi destino, lo cual me valió pasar más tiempo encerrada en los zulos carentes de luz. Con el paso del tiempo —seguramente encarcelados sin un motivo real— conocí a un semi-orco llamado Keth que fue mi vecino entre los barrotes durante aproximadamente ocho (8) años, mucho más tarde atraparon una joven que responde al nombre de Salazar quien nos acompañó durante dos (2) años.

            Cuando transcurría el décimo (10º) año de mi encarcelamiento Salazar logró escabullirse de su celda ayudada por un diablillo —un imp por lo que he podido averiguar—. Libres de nuestros zulos escapamos de los calabozos que semejaban abandonados, por allí nos hicimos con algunas armas y armaduras —espadas mayormente—. Ya pertrechados dimos muerte a los carceleros que dormían en lo que en otra ocasión fueron unos barracones.

            Nuestro acero ya había probado la sangre pero debíamos refrenar nuestra sed de justicia; todavía quedaban prisioneros que rescatar. Amparados por la noche —las aberraciones semi-dragón no ven en la oscuridad— logramos soltar y armar a los antiguos soldados de Azlan. Mientras, con un juego de cuerdas, fuimos evacuando a cuanta gente se pudo.

            Pero nuestra evasión se vio truncada por la aparición de Golgathar, quien despertó a las aberraciones semi-dragon y les dio la terrible orden de ejecutar a los prisioneros. Para ese momento yo estaba fuera de la fortaleza Azlan asegurándome de que los supervivientes pudiesen esconderse en una arboleda cercada y, por tanto, me fue imposible reaccionar a tiempo.

            Debo destacar la tenacidad de Salazar, pues permaneció en la fortaleza apoyando a los antiguos hombres de armas con sus artes arcanas —no creo que se trate de una hechicera y desde luego no tengo noticia de que estudie el Arte—. Cuando fuimos conscientes de la situación, Keth y yo regresamos a la batalla aunque estaba prácticamente decidida en nuestro favor —aquellos valientes dieron muerte hasta la última de las aberraciones expulsando así, definitivamente, a aquellas criaturas de Azlan—.

            Arengados por el sabor de la justicia y la sangre de los enemigos, siete (7) de nosotros nos encaminamos a la torre del homenaje donde descansaba Golgathar con la intención de darle muerte. Según pudimos ver al encararnos con él estaba herido —luego nos enteramos de que había sido derrotado en otra batalla, de ahí sus abundantes heridas—, tomamos partido de la situación, aunque con su aliento redujo a cenizas a tres (3) de los que nos atrevimos a luchar con él.

            La refriega fue encarnizada; aún herido, la criatura poseía una fuerza colosal y su aliento era capaz de calcinar todo lo que tocase. Pero la Bruja del Rubí nos concedió esa victoria, tras la cual se nos recompensó con títulos y posesiones. En mi caso pasé a ser quien guardaría la fortaleza Azlan en la que he fundado una orden de caballeros de su mismo nombre en honor a Wee-Jas —siendo esta la forma en que le agradezco su protección y apoyo—.

Alabada sea la Señora del Rubí
Lady Erika de Azlan


PD: En lo que en su momento fue la bodega nos topamos con los restos de rituales de alumbramiento fallidos; las criaturas eran deformes medio humanos, medio aberración. Resolví quemar todo aquello, no quería dejar posible rastro de semejante ritual y que dañase a alguien más.


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