miércoles, 2 de noviembre de 2016

Maquina de escribir

     El crepitar del cigarrillo, el crujido del papel bajo el trazo del bolígrafo.
     Las manos vuelven rápidas al teclado, comienza una rápida sucesión de crujidos mecánicos.
     —Suena como una ametralladora —caer en el tópico—, una ametralladora cargada con la letal verdad.
     Una nueva ráfaga de palabras mancilla el blanco virginal del folio, el tañido del fin de línea, el golpe seco del nuevo renglón. El silencio de la reflexión, un nuevo crepitar del pitillo y un suspiro gris de humo.
     El sonido obsceno del café al pasar entre los labios, el entrechocar de la porcelana cuando la taza vuelve al plato. Un nuevo trazo sobre el papel y el repicar del dedo desprendiendo la ceniza.
La última descarga de golpes sobre la tinta, el ronroneo de la salida del texto, —¡ja!— la carcajada ahogada de soberbia de quien termina su trabajo y se siente orgulloso.

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